Mi abuela se ha tomado su vaso de leche caliente y se va a acostar. Cuando está a punto de entrar en su habitación mira hacia donde estamos sentados y viene hacia mí. Por su mirada y la expresión de su cara, sé que avanza hacia mí porque no sabe quién soy. Necesita preguntármelo. En el último segundo, cuando se inclina hacia mí, su memoria le trae mi identidad.
Me mira, me recuerda y me regala una amplia y tranquila sonrisa mientras me coge el brazo. - Buenas noches, nena.
jueves, 3 de enero de 2008
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