Lo reconozco: soy una de esas personas que tienen predisposición a complicarse la vida. Y eso sí, me autojustifico muy bien para hacer "lo más difícil todavía".
Por ejemplo: en vez de ir a hacer la compra a un solo supermercado, voy a tres distintos porque en uno me gustan los congelados y los yogures, de otro me gusta la leche y el pan, y otro tiene mejor fruta. Y la carne y el pescado los compro en un mercado de los de toda la vida, que me dan más confianza.
Pero este año me he propuesto simplificar algunos aspectos de mi vida -todos no puede ser, porque soy bastante complicada de por sí- y he descubierto las cuatro leyes de la simplicidad, que como están en inglés, aquí traslado:
1. Amontona todo en un sitio.
2. Elige lo esencial
3. Elimina el resto
4. Organiza lo que te ha quedado de forma clara y bonita.
Dicen que se pueden aplicar a la vida entera... No sé, no sé.
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