sábado, 10 de noviembre de 2007

Explosión de rojo en la sierra de Madrid

Hayedo-en-rojo-nov07 El puente del 1 de noviembre estuvimos en la Sierra Norte de Madrid con la intención de visitar el Hayedo de Montejo. Nos alojamos en un apartamento rural de Montejo de la Sierra, porque a fin de cuentas somos cinco en la familia y nos sale algo más barato. Hizo un tiempo espléndido y aprovechamos para hacer pequeñas excursiones por la zona. Mis hijos están poco acostumbrados a andar por la sierra, por lo que empezamos por rutas sencillas pero preciosas. Ayudó mucho que en esa zona, el otoño es espectacular: rojos, naranjas, dorados y verdes miráramos donde miráramos.

El primer día comimos unos bocatas en el área recreativa que hay cerca del Hayedo, donde hay mesas, y una explanada para que corran los niños (y nosotros para tumbarnos un ratito de sobremesa). Luego, desde ahí mismo, empezamos un pequeño recorrido por un sendero que sigue el curso del río Jarama hacia abajo. Apenas fue hora y media, pero suficiente para el primer día.

El segundo día fuimos pronto a La Hiruela, porque nos habían dicho que salía un paseo guiado que salía desde el Ayuntamiento a las 11 de la mañana. Allí fuimos, todos dispuestos pero cuando llegamos nos dijeron que era la fiesta de la "Recolección del Pero" y que el paseo se retrasaba a las 12:30. La Hiruela es un pequeño pueblo de montaña cuyos habitantes -pocos y la mayoría ya mayores- se han preocupado de conservar el pueblo con la misma arquitectura de la zona, manteniendo sus costumbres y tradiciones. Decidimos hacer el paseo nosotros mismos, y seguimos un sendero que baja escoltado de enormes árboles y vegetación, hasta el Molino de Agua, por donde pasa un riachuelo que antes, movía las ruedas del molino.

Molino-de-agua-La-Hiruela Sobre-Molino

De ahí subimos el sendero hacia lo que llaman las Carboneras, por la ladera del monte -de frente vimos las colmenas de piedra- y volvimos en el paseo junto a la carretera hasta volver al pueblo. Cuando llegamos a la plaza, el pueblo se había llenado de turistas como nosotros. Las mujeres del pueblo habían montado un pequeño puesto donde exponer sus "peros" -una variedad de manzana que se da en la zona- y parecía que iban a dar una degustación de migas a los visitantes. La verdad es que no nos quedamos a esperar porque por la cantidad de gente que había, creímos que ibamos a tocar a poco....

Buscamos donde comer en alguno de los tres restaurantes del pueblo - Ad Libitum, Casa Aldaba o el mesón -, pero nos dijeron que estaba todo reservado (en los dos primeros, ¡desde hacía días!), así que iniciamos un periplo en otros pueblos de los alrededores en busca de algún sitio donde comer. Si nos hubiéramos llevado unos bocadillos hubiéramos comido muy a gusto en el molino de agua y nos hubiéramos ahorrado las protestas de hambre de los niños.

Esa misma tarde, paseamos por Horcajuelo de la Sierra, otro de los pueblos de la zona, con mucho encanto también. No nos complicamos mucho la vida, simplemente buscamos un camino que se metía hacia el monte y lo seguimos durante un buen rato hasta que nos cansamos.


Jarama-Hayedo-Montejo Hayedo-en-rojo2-nov07

El domingo por fin, fuimos al Hayedo de Montejo. Se necesita un pase para entrar que se puede conseguir o bien reservando con anticipación cuando se abren los plazos para hacerlo, o bien levantándote a las 6 de la mañana para hacer cola desde temprano y estar entre los 80 afortunados/as que consiguen un pase del día.

Madrugar tanto no nos hacía mucha ilusión, así que hicimos caso a un lugareño que nos recomendó verlo desde el margen derecho del río Jarama, el que está ya en la provincia de Guadalajara. Allí no se necesita pase ni nada, así que cruzamos el puente y nos adentramos en un pequeño sendero que seguía paralelo al río. La vegetación estaba más salvaje y no había senderos bien cuidados, como en la otra margen del río, pero mereció la pena: el hayedo no entiende de fronteras provinciales ni de pases, y ahí están las hayas, rojas, doradas, esplendorosas en pleno otoño.

Estuvimos tentados de cruzar por alguna hilera de piedras al otro lado "controlado" del río, pero ¿qué más daba? A los niños les gustaba la aventura de meterse entre las hierbas y las piedras, explorando caminos nuevos, distintos a los siguen la voz del guía oficial del hayedo madrileño. Luego escalamos un poquito para verlo desde arriba, como lo ven las vacas escaladoras que deambulan sueltas por ahí...

Vista-Hayedo-Montejo Nos tomamos un bocadillo de la panadería de Montejo, donde la pastelera, Nani, más que vender, te hace disfrutar un rato de su charla animada, de sus pasteles "cojonudos" y de la bota de vino (bota de acuarius para los niños, toda un experiencia para ellos) que tira al vuelo de quien la coja. Y tras la caminata, vuelta al Madrid del asfalto con, eso sí, un poquito más de oxígeno para el resto de la semana.

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