lunes, 14 de diciembre de 2015

Buenas bibliotecas contra la piratería

Biblioteca Municipal de Las Rozas
Hace poco nos quejábamos un amigo y yo del precio que tienen ahora los libros. De entre 18 y 24 euros, no baja ninguno.

Para aquellos a quienes nos gusta mucho la lectura y leemos un mínimo de dos/tres libros al mes, estos precios suponen un presupuesto que no nos podemos permitir. No sé si es culpa de la industria editorial, del IVA o de ambos pero, sin ánimo de justificar la piratería, el hecho de que tengan esos precios es un argumento de peso para ellos.

También es cierto que no tenemos por qué "poseer" los libros que leemos. Para eso están las bibliotecas ¿verdad? A mí me encantan las bibliotecas. Me encanta el ambiente de silencio reverencial que tienen, me encanta recorrer las estanterías llenas de libros que aún no he leido y descubrir autores que no conozco, y que me están esperando ahí, al alcance de mi mano. Muchas veces me atraganto de ver tanto libro que deseo leer y no tengo tiempo material, me aturullo, y cojo el que quizás no tenía pensado coger en un primer momento. Da igual.

BNE
Soy socia de tres bibliotecas públicas, básicamente porque la biblioteca de mi pueblo (Boadilla del Monte) es pequeña, cutre y poco cómoda. No incita nada a quedarse allí hojeando libros ni tiene actividades que dinamicen la lectura: ni recomendaciones de la propia biblioteca, ni recomendaciones de otros lectores (lo solicité pero me dijeron que lo comentarían con la jefa), ni nada que genere un espíritu de "pertenencia" a la comunidad lectora de esa biblioteca. Y es como una pescadilla que se muerde la cola: como no apetece demasiado ir a ella, no tiene demasiado movimiento de gente. Suele estar bastante vacía.
Probablemente les hayan recortado presupuesto, no me extrañaría nada. Tres semanas antes de las elecciones municipales de este año inauguraron la segunda biblioteca de Boadilla (subcontratada a una empresa privada), muy aparente pero mucho más pobre incluso que la antigua:  3.500 libros distribuidos en apenas 10 estanterías. Como ocurre en esto de la política, mucha apariencia, mucho bombo, y poco contenido.

Las otras dos bibliotecas de las que soy socia son una de las de Pozuelo (tiene varias, no sé cuántas), y otra de las tres que tiene Las Rozas, la más antigua, la que conozco desde que era una adolescente y estudiaba en el instituto que tiene detrás. Me muero de envidia cuando entro en ellas. Tanto una como otra son el paraíso de una persona amante de la lectura: instalaciones espaciosas, cómodas, adaptadas a las distintas necesidades de sus usuarios; con un catálogo de libros inabarcable (esa sección de Poesía en la biblioteca de Las Rozas, por Dios!), y actividades de dinamización que te animan a volver a por uno, a por otro, a por otro más, porque cada vez te encuentras con un libro que te llama a gritos desde el anaquel, porque tienen las últimas novedades, porque recomiendan lecturas por distintos criterios, porque intercambias opiniones con otros lectores, porque organizan encuentros con autores... O porque has comprobado tu listita de libros deseados y resulta que ahí están casi todos, expuestos para que los cojas en préstamo.

Y hace unas semanas me he hecho de ebiblio, la biblioteca digital de la Comunidad de Madrid, con la que ya puedo coger prestados también libros digitales en formato para kindle (hasta hace poco no se podía). Otro gran invento que hay que reconocerle a quien quiera que sea el responsable político de esta iniciativa.
  
Dicho lo cual.... Con bibliotecas tan estupendas como la de Las Rozas o Pozuelo, señores políticos/gobernantes, ¿quién necesita piratear nada?  No hacen falta leyes contra la piratería. Hace falta convicción en la importancia de la cultura, voluntad política que se traduzca en dotación presupuestaria para que existan esas bibliotecas espectaculares que hagan accesibles los libros y el conocimiento para la mayor parte de la población.

 Y luego, quien quiera poseer un libro y se lo pueda permitir, que se lo compre.

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