lunes, 12 de mayo de 2014

En algún punto, me perdí

No sé cómo pasó. Ni dónde fue exactamente. En algún punto del camino de ida al trabajo tuvo que ser. Sólo sé que me miré y supe que me había perdido. Había una parte de mi vida de la que se había borrado el mapa y no era capaz de encontrar ningún camino hacia ningún sitio al que quisiera llegar. O es que se me olvidó a dónde quería llegar. No sé. Reconozco que me paralizó un poco el miedo, me sentía constantemente desubicada, me refugié en las rutinas y lo ya conocido.
Recorrer caminos trillados es la mejor forma de seguir sin que nadie a tu alrededor se entere. Hasta que un día ves una luz que se cuela por el resquicio de una puerta, y  allí te diriges, aunque no sepas a dónde lleva. Pero al menos es una salida, que es más que la nada. 
Esto lo cuento así, en un párrafo, que se lee en dos patadas -joder, me sale un pareado-, pero me costó algunos años pasar de la consciencia de estar perdida a llegar a abrir esa puerta.
Y ahora... ¡hola! ¿Hay alguien ahí? 


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