jueves, 31 de diciembre de 2015

Mis libros preferidos de 2015

Un año más, una nueva selección de los libros que más me han gustado de entre lo que he leido este año. Una vez tenía hecha la lista, me he dado cuenta de que todos excepto uno fueron escritos por mujeres. No ha sido algo premeditado así que no sé si eso dice algo sobre el panorama literario actual o sobre mí. Supongo que habla más sobre mí.

La amiga estupenda y Un mal nombre, Elena Ferrante
Estos son dos de los cuatro libros que componen esta saga, en la que Elena Ferrante cuenta la amistad de Lenú (la narradora) y Lila, desde su infancia en uno de los barrios más pobres de Nápoles. Estas dos mujeres mantienen a lo largo de su vida una relación complicada en la que se entrecruzan familias, amigos, novios, aspiraciones individuales y colectivas del barrio en el que viven, y retrata con bastante profundidad una de esas amistades tan propia de nosotras, las mujeres, en la que Lenú y Lila se mueven del amor a la rivalidad, de la lealtad a la traición, de la envidia por los éxitos de la otra a los celos, al y yo más, o al no puedo estar ni contigo ni sin ti… Es un libro que te atrapa despacio en la vida de de sus protagonistas, tan reales.


El jilguero, Donna Tart
Nunca había odio hablar de Donna Tart, aunque al parecer, es una de las escritoras más admiradas en Estados Unidos. Me impresionó saber que tarda en escribir un libro entre 8 o 10 años. Después de leer El Jilguero lo entiendo en cierta medida y no sólo porque tenga 1.000 páginas. Es un libro extraño, debo decir. Hubo alguna parte que se me hizo algo larga, pero merece la pena continuar: es de esos libros que te siguen resonando en tu cabeza como un eco varios días después de haberlos terminado, e incluso, apetece releer alguna parte (la última reflexión sobre el arte y la vida, por ejemplo). La historia gira en torno a un niño que pierde a su madre a raíz de un atentado terrorista en el Metropolitan Museum de Nueva York y en el caos del momento, un anciano moribundo le pide que se lleve un pequeño cuadro, "El jilguero". A partir de ese incidente y de su relación con ese cuadro, la vida de este niño cambiará para siempre e irá pasando por distintos personajes de Nueva York y Los Ángeles (donde reside su padre) marcado por la culpa, la carga y la responsabilidad de custodiar esa pequeña obra de arte hasta su edad adulta.



Cómo se hace una chica, Caitlin Moran
Lo ví en la estantería de "Destacados" en la biblioteca, hojeé el primer capítulo y me enganchó. Es divertido, descarado, desinhibido y al mismo tiempo, tierno y auténtico. El libro, narrado en primera persona, habla sobre el proceso de maduración de una adolescente de una peculiar familia numerosa británica de los ochenta que sobrevive con los subsidios del Estado, cuyas obsesiones son tres: tener sexo con un chico lo antes posible, integrarse en algún grupo (no importa cuál) y labrarse un futuro de lo que sea. Puede que suene muy fuerte, pero cuando te metes en la mente de esta chica, no puedes sino reirte con ella (que no de ella) de su irónica visión del mundo que le ha tocado vivir. Ese "futuro de lo que sea" termina siendo un trabajo como crítica musical para una revista con apenas dieciséis años. En ese proceso, conocemos las obsesiones, las inseguridades, las locuras y las experiencias que la hacen madurar para convertirse en una chica joven.  


La vida era eso, Carmen Amoraga
Tampoco conocía a esta escritora valenciana ni sé cómo me decidí a leer este libro, ganador del premio Nadal, porque la reseña de la contraportada sonaba un poco triste.  La historia trata de una mujer, Giuliana, con dos hijas pequeñas, que se enfrenta a la muerte de su marido víctima de un cáncer. En su proceso de duelo para superar la pérdida, Giuliana repasa su vida en común, sus momentos felices, pero también las decepciones, las pequeñas traiciones, los altibajos, y así, poco a poco, va recomponiendose con la ayuda de amigos y conocidos con los que comparte su dolor a través de las redes sociales. Me encanta cómo escribe Amoraga, cómo consigue que te atrape la voz de la narradora en el ir y venir de sus pensamientos. 


Trilogía de Baztán, Dolores Redondo
Me lo recomendó una amiga aunque confieso que me daba un poco de pereza cogerlo. Pero empecé a leer el primero y luego no pude dejar de leer uno detrás de otro. Me enganchó el caso policial que debe resolver la inspectora de policía protagonista, los personajes, las relaciones familiares de la protagonista y también el ambiente, ese ambiente rural del navarro Valle del Baztán, brumoso y silencioso, en el que las tradiciones y los personajes de la mitología popular vasca aparecen entremezclados en los acontecimientos. Si hay algo que no me gustó fue la resolución simple e injustificada de uno de los principales ejes que impulsa la trama personal y profesional de la protagonista. Pero en general,  me gustó.


Yo soy Pilgrim, Terry Hayes
Es una de las mejores novelas de espionaje que he leido, a pesar de no suelo leer mucho de este tipo de género.  "Yo soy Pilgrim" es inteligente, actual y muy esclarecedora para entender el mundo en el que vivimos, el del yihadismo y el terrorismo islámico, el de las decisiones estratégicas mal calibradas y con consecuencias inesperadas, el de las fronteras borrosas entre buenos y malos, el de las conexiones impensables y las amenazas invisibles pero tan reales como las de atentados como el de París. Muy recomendable. 



Todo esto pasará, Milena Tusquets
Este ha sido uno de los libros que más me ha gustado este año. Me sumergí en la prosa que fluye agridulce de la autora entorno a la figura de su madre (ella no lo menciona en el libro, pero es la editora Esther Tusquets), muerta recientemente, a través de sus recuerdos y vivencias entremezcladas de presente y pasado. Con un estilo que parece ligero, coloquial, la autora parece como si revisara la relación con su madre a partir de su ausencia, para continuar viviendo sin tristeza, ni culpa –tal y como le enseñó su madre–, pero sí con descaro, con valentía, con honestidad.



  Una habitación propia, Virginia Woolf
Este ensayo de la escritora y feminista Virginia Woolf fue redactado a partir de unas conferencias que le pidieron sobre el papel de la mujer en la literatura. En el libro, Woolf analiza quiénes fueron las (escasas) mujeres que escribieron en los siglos pasados, qué escribieron, cómo consiguieron hacerlo y en qué condiciones. Sus conclusiones son claras: lo único que necesitan las mujeres para poder dedicarse a la literatura igual que los hombres es educación,   independencia económica y una habitación propia en la que poder aislarse para escribir.


El comensal, Gabriela Ybarra
Puede que me falte un poco de perspectiva para hablar de este libro porque lo he terminado de leer hace apenas dos días. Es una historia autobiográfica que arranca con el relato del secuestro y posterior asesinato del abuelo de la autora, un empresario vasco a quien no llegó a conocer, a manos de ETA. Al principio, me sorprendió la forma de contarlo un tanto aséptica, con los adjetivos justos, evitando los juicios de valor o los sentimentalismos que podrías imaginar en una escena así. Luego te das cuenta de que ese estilo sencillo y despojado de artificios es lo que le da más fuerza y autenticidad al relato de esta muerte, y enlaza con la otra, la de su madre, víctima de un cáncer en el año 2011. Lidiar con la enfermedad y la muerte, las ausencias y las pérdidas que han marcado la historia familiar son el punto de encuentro de ambos relatos, que la autora cuenta con una voz honesta y auténtica, sin necesidad de grandes expresiones grandilocuentes ni emotivas, simplemente con su mirada a todos esos pequeños detalles cargados de significado que lo expresan todo por sí mismos.


lunes, 14 de diciembre de 2015

Buenas bibliotecas contra la piratería

Biblioteca Municipal de Las Rozas
Hace poco nos quejábamos un amigo y yo del precio que tienen ahora los libros. De entre 18 y 24 euros, no baja ninguno.

Para aquellos a quienes nos gusta mucho la lectura y leemos un mínimo de dos/tres libros al mes, estos precios suponen un presupuesto que no nos podemos permitir. No sé si es culpa de la industria editorial, del IVA o de ambos pero, sin ánimo de justificar la piratería, el hecho de que tengan esos precios es un argumento de peso para ellos.

También es cierto que no tenemos por qué "poseer" los libros que leemos. Para eso están las bibliotecas ¿verdad? A mí me encantan las bibliotecas. Me encanta el ambiente de silencio reverencial que tienen, me encanta recorrer las estanterías llenas de libros que aún no he leido y descubrir autores que no conozco, y que me están esperando ahí, al alcance de mi mano. Muchas veces me atraganto de ver tanto libro que deseo leer y no tengo tiempo material, me aturullo, y cojo el que quizás no tenía pensado coger en un primer momento. Da igual.

BNE
Soy socia de tres bibliotecas públicas, básicamente porque la biblioteca de mi pueblo (Boadilla del Monte) es pequeña, cutre y poco cómoda. No incita nada a quedarse allí hojeando libros ni tiene actividades que dinamicen la lectura: ni recomendaciones de la propia biblioteca, ni recomendaciones de otros lectores (lo solicité pero me dijeron que lo comentarían con la jefa), ni nada que genere un espíritu de "pertenencia" a la comunidad lectora de esa biblioteca. Y es como una pescadilla que se muerde la cola: como no apetece demasiado ir a ella, no tiene demasiado movimiento de gente. Suele estar bastante vacía.
Probablemente les hayan recortado presupuesto, no me extrañaría nada. Tres semanas antes de las elecciones municipales de este año inauguraron la segunda biblioteca de Boadilla (subcontratada a una empresa privada), muy aparente pero mucho más pobre incluso que la antigua:  3.500 libros distribuidos en apenas 10 estanterías. Como ocurre en esto de la política, mucha apariencia, mucho bombo, y poco contenido.

Las otras dos bibliotecas de las que soy socia son una de las de Pozuelo (tiene varias, no sé cuántas), y otra de las tres que tiene Las Rozas, la más antigua, la que conozco desde que era una adolescente y estudiaba en el instituto que tiene detrás. Me muero de envidia cuando entro en ellas. Tanto una como otra son el paraíso de una persona amante de la lectura: instalaciones espaciosas, cómodas, adaptadas a las distintas necesidades de sus usuarios; con un catálogo de libros inabarcable (esa sección de Poesía en la biblioteca de Las Rozas, por Dios!), y actividades de dinamización que te animan a volver a por uno, a por otro, a por otro más, porque cada vez te encuentras con un libro que te llama a gritos desde el anaquel, porque tienen las últimas novedades, porque recomiendan lecturas por distintos criterios, porque intercambias opiniones con otros lectores, porque organizan encuentros con autores... O porque has comprobado tu listita de libros deseados y resulta que ahí están casi todos, expuestos para que los cojas en préstamo.

Y hace unas semanas me he hecho de ebiblio, la biblioteca digital de la Comunidad de Madrid, con la que ya puedo coger prestados también libros digitales en formato para kindle (hasta hace poco no se podía). Otro gran invento que hay que reconocerle a quien quiera que sea el responsable político de esta iniciativa.
  
Dicho lo cual.... Con bibliotecas tan estupendas como la de Las Rozas o Pozuelo, señores políticos/gobernantes, ¿quién necesita piratear nada?  No hacen falta leyes contra la piratería. Hace falta convicción en la importancia de la cultura, voluntad política que se traduzca en dotación presupuestaria para que existan esas bibliotecas espectaculares que hagan accesibles los libros y el conocimiento para la mayor parte de la población.

 Y luego, quien quiera poseer un libro y se lo pueda permitir, que se lo compre.